sábado, 24 de mayo de 2008


"No soy racista". Eso proclaman el 80% de las personas....


Él argelino, 30 años. Ella española, 27 años.


Ingenua ella pensaba que todo sería más sencillo. Que las personas que rodeaban su vida se limitarían a observar y respetar las relaciones que se establecen a su alrededor, como ella hacía con los demás. Que respetarían su relación. Ella no iba a pedir que "gustara" o "no gustara", sólo que se respetara. sin más. No esperaba fiestas ni celebraciones, no esperaba nada... solo Respeto.

Ingenua ella pensaba que los demás pensarían como ella piensa. Que las personas somos más que una bandera, una religión o una patria.


Quizá porque ella sintiera que no era una bandera, que no era una religión ni su piel se sujetaba a una patria. Ella sentía ser mucho más que todo eso. Nada le ataba. Ella era libre, única y auténtica y así se sentía. Así veía a los demás: libres, únicos y auténticos.

Miraba la realidad a través de sus ojos.

Unos ojos que últimamente estaban siempre empañados en lágrimas.

Los comentarios duros y drásticos pronunciados por quienes ella más quiere hieren, hieren como el hielo en una herida abierta.


Las mentiras y la hipocresía de la no discriminación. Mentira. Todo una gran mentira. Un juego de lo políticamente correcto.

Todo el mundo juzga.

Sino fuera por el nombre árabe, por su piel morena y rasgos árabes, nadie diría nada.... Sólo el tiempo y sus acciones serían juzgadas a posteriori.


Como tiene nombre árabe piel morena y rasgos árabes se le juzga antes de sus acciones y sus actos.


Ella veía a su alrededor relaciones imperfectas, impúdicas, hipócritas, relaciones acabadas jugando a ser "idílicas", relaciones por interés, relaciones por egoismo, relaciones incompletas, insatisfactorias, relaciones estúpidas...... y ella Respetaba que cada cual llevase la relación que estimase más oportuna.


Mientras, la relación de ella se censuraba, se cuestionaba, se juzgaba y personas que se venden sin dinero y regalan su cuerpo al primer desconocido que pasa se permitían el decirle a ella, serias y dramáticas que "iba muy deprisa" que "tu vida está aquí".


Desde que iba a terminar con navajazos y muerta a que le iban a robar a sus futuros hijos, ha escuchado de todo. Ha tenido que escuchar comentarios surrealistas y dañinos. Todo por su piel y su nombre.

Sino tuviera esa piel y ese nombre nadie hubiera dicho nada. Lo políticamente correcto o la desvergüenza actual hace que los mínimos se haya tornado. Nadie, ningun español le dice a otro "tu novio es un borracho de mierda que no puede prescindir de cervezas diarias y cubatas, con un trabajo mediocre sin más expectativas que un coche y una casa, una hipoteca a 50 años y un machismo silencioso que hace que tú, españolita media sigas haciendo las cosas de casa mientras él ve el fútbol en el bar con los amigos o en el sofá, mientras bañas a los niños, preparas la comida del día siguiente y vas a una oficina de 8 a 20 en un trabajo de mierda por el que te dan 1000 euros"

Eso nadie lo ve.


Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Y mientras Ella aguanta cada día comentarios racistas y clasistas sobre los extranjeros.

Ella, aguanta. Aguanta porque es su familia.

Aguanta aunque sepa que ese extranjero al que discriminan e insultan se convertirá en marido y padre de sus hijos. Y que el tiempo dirá que sucede.


Y mientras sus ojos se siguen llenando de lágrimas y su corazón de pena.


Eso es 2008 en España. La España de la Pandereta.

martes, 20 de mayo de 2008

Vértigo


Vértigo.

Locura.

Nostalgia.

Vértigo.

Vértigo.

domingo, 18 de mayo de 2008

La Ausencia


La Ausencia

miércoles, 14 de mayo de 2008

Eres una Razón, una Estación o toda una Vida??


ERES UNA RAZÓN,UNA ESTACION O TODA UNA VIDA?

Algunas personas llegan a tú vida por una razón, por una estación o por toda una vida.


Cuando tú sepas qué es cada persona, sabrás que hacer con cada uno de ellas.


CUANDO ALGUIEN LLEGA A TU VIDA POR UNA RAZÓN.... Es para llenar una necesidad que has expresado. Vienen a asistirte en alguna dificultad, a brindarte apoyo y orientación, a ayudarte físicamente, emocionalmente ó espiritualmente. Pueden parecer como caídos del cielo, y lo son, pues están ahí por la razón por la que los necesitas. Después, sin mayor problema, o inconvenientes hacen o dicen algo en donde la relación llega a su fin. En ocasiones mueren, en ocasiones desaparecen de tú vida, en ocasiones te empujan a dejarlos; lo que debemos saber es que esa necesidad que teníamos ya no esta ahí. Nuestros deseos fueron cumplidos y el trabajo terminado. Tus peticiones han sido respondidas y es tiempo de seguir adelante.


CUANDO LAS PERSONAS LLEGAN A TU VIDA POR UNA ESTACIÓN....... Es tú oportunidad y tiempo de compartir, crecer o aprender. TE TRAEN UNA EXPERIENCIA O TE HACEN REIR. TE PUEDEN ENSEÑAR ALGO QUE NUNCA HAS VISTO O HECHO. USUALMENTE TE TRAEN UNA GRAN CANTIDAD DE ALEGRIAS O PORQUE NO...DE TRISTEZA.CREÉLO...ES REAL...PERO ES SOLO UNA ESTACIÓN.


En cambio, LAS RELACIONES DE TODA LA VIDA, te enseñan lecciones para toda la vida, te ayudan a aprender, a construir emociones con fundamentos sólidos. Tu tarea es aceptar la lección, amar a la persona, y utilizar lo que aprendes en tus demás relaciones y áreas de tú vida. ASI CRECERÁS,PUES APRENDERAS A DIFERENCIAR SI ERES UNA RAZÓN,UNA ESTACION O TODA UNA VIDA. Y ESTO,TAMBIEN ES UNA MANERA DE APRENDER A SER FELIZ.


Comenzaste siendo una razón.. me enseñaste a ser una Estación y te has convertido en ... TODA UNA VIDA. Nabghik

miércoles, 7 de mayo de 2008

Caminando


Ella encaminaba sus pasos hacia Él.

Él sentía que todo era posible.


Caminando.


domingo, 4 de mayo de 2008

Libertad de elegir

Mariam Hamade entró hace unos meses en una óptica de Leganés (Madrid) con el currículo bajo el brazo y el pañuelo envolviéndole la cabeza. Preguntó a una empleada dónde le iban a hacer la entrevista de trabajo que había concertado por teléfono y le señalaron la puerta del despacho del jefe. Cuando éste la vio, le soltó:
-Pero bueno, no pretenderás despachar con la capucha puesta, ¿no?
El dueño del establecimiento miraba alternativamente la cara de Mariam y el currículo intachable y adecuado (pero sin foto) que la aspirante le había enviado días antes.
-Pues sí. Quiero trabajar con el pañuelo.
El dueño de la óptica:
-Yo viví en Marruecos durante varios años. Y tuve que adaptarme a sus costumbres. Por eso no me parece mucho pedir que ahora que estoy aquí, pues vosotros os adaptéis a las de los españoles.
-Ya. Me parece muy bien. Pero es que yo soy española. Musulmana, pero española. Nací en Alcorcón
[ciudad de la periferia de Madrid]. Y ahí vivo.
La respuesta descolocó durante medio minuto al hombre, que luego se apresuró a informar a la aspirante de que el puesto ofrecido ya se encontraba cubierto. Era mentira. Los dos lo sabían. La chica dio media vuelta y se marchó con la resignación que da la práctica.
El padre de Mariam es sirio. Su madre, española. Ella es delgada, guapa, se da cierto aire a la actriz Paz Vega. Tiene 23 años. Se ríe con frecuencia y discute de lo que sea. Viste con ropas amplias. En el metro lee libros como Jesús en el islam. Y hace piruetas con la cara para evitar que los hombres la besen en la mejilla al saludarla: no le gusta. Prefiere que le den la mano e intenta que eso no le convierta en una marciana a los ojos de los demás. Siempre ha sido musulmana. Pero siempre se ha sentido tan española como el tipo que la insultó al verla entrar en su despacho. Mariam es diplomada en óptica y, a pesar de la demanda de estos profesionales en el sector, nunca imaginó que tardaría tanto en encontrar trabajo; en que tendría que soportar tantas humillaciones debido al pañuelo. Tampoco pensó en quitárselo para que todo fuera más fácil.
Se lo puso por primera vez, fuera de la mezquita, hace dos años. En verano, antes de irse de viaje a Austria. Se levantó en su casa, preparó la maleta y repasó los billetes. Se miró al espejo y se colocó el hiyab antes de salir hacia el aeropuerto de Barajas: fue un gesto simple, personal y privado. Casi íntimo; a la vez, un paso definitivo, meditado e irrevocable. Con el pañuelo salió de casa. Con él regresó un mes después. Ya nunca se lo ha quitado en presencia de hombres que no son de su familia. Jamás ha pisado la calle con el pelo al aire. Nadie se lo impuso, ni siquiera el Corán, según explica. Sólo escuchó una voz -la suya propia, insiste-, la que le indicó que esa mañana de verano había llegado el momento de cambiar de aspecto y acercarse a la imagen que más deseaba de sí misma.
"El pañuelo es una manera de elegir la belleza interior. En un mundo en el que se recompensa sobre todo la imagen exterior, la desnudez, yo quiero que se me vea por lo que soy por dentro. El islam pide que a la mujer no se la valore por sus rasgos físicos y eso es lo que yo practico", sostiene, mientras frunce la cara en un gesto de desagrado por no haberse explicado bien, y añade: "Pero no es eso sólo, no es sólo eso. Con el pañuelo me siento más libre. Es una manera de exteriorizar mis creencias morales, mi sistema moral interior, de hacer ver quién soy de verdad. Evidentemente, nadie me obliga. Ni mis padres, por supuesto, ni el Corán, que en ninguna parte dice que haya que martirizarse y ponérselo si no estás de acuerdo. Lo llevo porque quiero, como esa chica que decide plantarse un piercing o esa otra que se pone una minifalda. En mi caso, el contexto es religioso, pero pido que se respete lo mismo que se respeta el de ellas".
En España hay cerca de medio millón de mujeres musulmanas. Algunas llevan el pañuelo. Otras no. A algunas les obligan sus maridos o sus padres y jamás se han planteado el hecho de que es posible negarse a ponérselo. Otras, como Mariam, no. Un sector progresista y avanzado de la sociedad ve el pañuelo como un signo claro de sumisión de la mujer al hombre. Este mismo sector considera que, independientemente de que la mujer quiera o no llevarlo, el pañuelo arrastra una evidente simbología oscura que choca contra la libertad femenina o contra la libertad sin más. De ahí que en muchos colegios o institutos, a instancias del director del centro escolar en cuestión, se prohíba llevarlo.
Mariam es consciente de eso. Lo comprende. Pero no está de acuerdo. Para ella el pañuelo simboliza, precisamente, lo contrario: "La libertad de elegir". Y el rechazo que experimenta en la calle le parece un síntoma de que algo no funciona en la sociedad: "No está preparada aún para admitir a los que no son como ellos". A veces, esta joven nacida en Alcorcón, con una buena parte de las mismas referencias culturales, televisivas y vitales que las demás chicas de su generación, que conserva sus amigos del instituto y de la universidad, habla de sí misma como si fuera una inmigrante que acaba de llegar a un país extranjero. Como de una chica que necesitara integrarse en el propio barrio en el que ha nacido.
Y lo ejemplifica:
"Un día, hace un año y medio, fui a Urgencias de un hospital. Me encontraba mal. Muy débil. Al explicar los síntomas, el médico que me atendió me preguntó con el típico retintín: '¿No será que tienes demasiado calor con eso en la cabeza?'. Y me dijo que no me pasaba nada, que era todo cuento mío, que me fuera a casa. Me fui. Al día siguiente fui a otro hospital. Me hicieron pruebas. Me descubrieron un principio de anemia y un problema en el corazón".
"Otra vez, en el metro, la taquillera insistió en que mi cuñada, que también llevaba pañuelo, y yo, nos habíamos colado, cuando no era cierto. Insistí tanto, que al final vino el guardia de seguridad para poner orden...". Otra mañana, en el autobús: "Una señora que iba sentada a mi lado se cambió de asiento al sentarme yo...".
Mariam añade que estos casos se acrecientan cuando aparecen noticias de detenciones de terroristas musulmanes. La joven ya ha aprendido que hay determinados días en los que conviene andarse con cuidado. También, que cada etapa que vaya cumpliendo en la vida, como la de encontrar trabajo, le costará probablemente más que a otra joven de su edad, musulmana o no, que no lleve el pañuelo.
Además de la de Leganés, Mariam visitó más de 30 ópticas. En todas le dijeron lo mismo, de una manera o de otra, con palabras más amables o menos, con excusas más o menos disfrazadas: los clientes iban a sentirse extraños delante de una chica con pañuelo, la venta se iba a resentir...
Los primeros meses, Mariam acudió a todas las ofertas que encontraba. Después comenzó a seleccionar. Sólo se presentaba a entrevistas de establecimientos situados en barrios obreros, donde hubiera inmigrantes, jamás en zonas ricas o acomodadas. Y ni siquiera así la escogieron. Llegó a pensar que nunca encontraría un trabajo acorde con su preparación.
Una vez, en un restaurante, algo desesperada y confusa tras ser rechazada en otra óptica, le preguntó a un conocido suyo, mientras pedían el menú:
-Si tú fueras a medirte la vista, ¿te dejarías atender por una chica con pañuelo musulmán?
El camarero que les atendía le advirtió, con amabilidad e ironía, señalando al pañuelo que llevaba en la cabeza:
-El consomé lleva hueso de cerdo; lo digo por la cofia.
Ni siquiera entonces a Mariam le importó el comentario. Asegura que está acostumbrada a ese tipo de cosas y sabe reconocer cuándo la frase o el gesto es respetuoso y cuándo no.
Otra tarde, en una cafetería, Mariam conoció a Aya Alwalid, una chica de 28 años, nacida en El Cairo, licenciada en filología hispánica, que llegó a España en 2002 para redactar una tesis doctoral de literatura comparada. Aya es musulmana, pero no se pone el pañuelo. Y su vida, aun siendo extranjera, es mucho más fácil que la de Mariam por el simple hecho de pasar más inadvertida.
Aya lleva el pelo suelto no por rebeldía. Ni por rechazo. Ni siquiera por sentirse más libre. Tampoco para ahorrarse los problemas y dificultades que acosan a Mariam. Asegura que la decisión de llevar pañuelo o no es un asunto privado que se juega a tres bandas entre ella, su aspecto y su religión; y que nadie más interviene, ni intervendrá.
"Ahora no me siento preparada. Tal vez algún día me lo ponga. Tal vez me lo ponga la semana que viene o tal vez no me lo ponga nunca. Lo principal es que no sea algo impuesto. Sé que hay mujeres a las que les obligan, mujeres que están muy sometidas, pero no es mi caso. Yo vivo sola en España. Hago lo que quiero. Yo decido. El pañuelo equivale a renunciar a la vanidad del aspecto físico. No es sólo el pañuelo en la cabeza. A partir de entonces una mujer no puede ponerse ropa ajustada, ni camisetas sin mangas, ni ir a la playa si hay hombres, por ejemplo. Sé que esto suena mal. Suena a discriminación. Pero yo no lo veo exactamente así. Si una mujer es libre para mostrar su cuerpo, y a mí me parece bien que lo haga, ¿por qué no es también libre de ocultarlo? Lo principal, repito, es que sea una decisión libre", explica. "Y que a nadie se le aparte o se le discrimine por llevarlo".
Unos meses después de la entrevista de Leganés, Mariam, la chica que lleva el pañuelo, acudió a otra óptica en Madrid, en un barrio acomodado, en la que necesitaban urgentemente a un operario. La joven fue como siempre, sin muchas esperanzas, casi resignada, pero sin ninguna intención de quitarse el pañuelo. La entrevistó la jefa, Pilar Bonilla: "Al principio, cuando entró, y la vi con el velo y una gabardina marrón, pensé que no. Pero luego, cuando le oí, cuando vi el currículo, me di cuenta de que la chica valía, de que a mí me hacía falta urgentemente alguien para el turno de tarde y de que por qué no. Ha habido clientes que se han quejado, cuatro o cinco, que me dijeron que si ahora la óptica era multirracial y que habían decidido venir sólo por la mañana (cuando Mariam no está). Pero las ventas han subido en el turno de tarde y todos estamos encantados...".
A veces hay clientes, sobre todo señoras mayores, que al ser atendidas por la chica de la bata blanca y el pañuelo blanco en la cabeza no pueden resistir la curiosidad y le preguntan:
-¿Y tú, hija, cómo es que hablas español tan bien?
La joven les responde siempre: "Yo se lo explico. Les digo que soy de Alcorcón y todo lo demás. Con el tiempo he aprendido si el comentario o la pregunta está hecha con respeto".

jueves, 1 de mayo de 2008

El inicio


Ella dejó olvidado su teléfono en la otra habitación.

Nunca le había gustado estar vinculada a un móvil.


Sonó 4 veces sin respuesta.

Volvió.

Devolvió la llamada y se confirmaba una noticia esperada y deseada.


El comienzo. El inicio. La primera de las buenas noticias que ponían en marcha un proyecto.

Se perdió la ilusión y emoción de él nada más saberlo por no tener el teléfono en el lugar apropiado.

Pero le llegó la noticia.


Sería el comienzo de un proyecto. La incertidumbre de un futuro. Las ganas y la fuerza de que saliera bien.

Y estarían juntos para compartirlo, vivirlo y sufrirlo.

Como sus manos. Entrelazadas.

Entrelazadas y unidas desde aquel día de Febrero.


Baraka.